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Fumaba sola, en la oscuridad quebrada por la luz que se filtraba a través de las tablillas de la persiana de madera.
Al expulsar el humo sobre el cigarro, éste respondía con una incandescencia aún mayor. A su alrededor se creaba un halo naranja, que se difuminaba mientras intentaba alcanzar todo lo que había a su alrededor. Pero solo abarcaba unos cuantos milímetros.
El cigarro se quemaba sin arder. Es lo único que hacía, consumirse poco a poco sin haber conseguido nunca explotar en una llama, o una chispa siquiera.
6 comentarios
white -
Un placer haberte encontrado a través de sudakablog
reve -
Yo nunca he sabido hacer circulitos con el humo. Acabaré dejando de fumar sin haber aprendido nunca a hacerlos,que frustración
Cirene -
raxador -
Curioso, cuando yo no era mas que un enano cabezon de 4 o 5 años, (ahora tengo veintipico), mi hermana mayor me solia meter con ella en su habitacion, apagaba todas las luces, encendia un cigarro, y empezaba a hacer aureolas, orbitas, constelaciones, en plan fuegos artificiales pero con nicotina y perjudiciales para la salud. Yo flipaba, claro. La de cigarrillos que gastaba mi hermana con esa tonterida... Bueno, asi fumaba menos.
Carpe Diem.
Deyector -
(comentario patrocinado por el ministerio de sanidad)
raul -