...
"Nuestra vida es corta. Se puede decir que tenemos un tiempo finito para leer. Así que no podemos abarcarlo todo. Sed muy selectivos, porque no estamos para perder el tiempo".
Esas palabras retumbaron en su cabeza durante mucho tiempo. Si quería dedicarse a escribir, tenía que hacerlo bien. Odiaría pensar que alguien ha sentido que por su culpa, ha estado perdiendo el tiempo. Quería ser uno de los elegidos.
Puso todo su empeño. Devoraba la realidad a cada paso, para exprimirla y convertirla en aquello que necesitaba. Su cabeza se llenó de historias inconclusas que guardaba en un rincón por si podían servirle para algo en algún momento.
Gritaba de ira cuando sus personajes se rebelaban en su contra, lo miraban con indiferencia y decidían convertirse en seres convencionales. Pese a sentir tentaciones, nunca pudo matar a ninguno de estos rebeldes sedentarios, que se acomodaban a esperar, como hacía el resto del mundo.
No dormía, casi no comía, apuntaba cada amanecer, cada atarder, cada lluvia y cada noche de tormenta. Llegó a llorar de rabia sobre el papel, y llenarlo de gotas rojas, al sangrar sus dedos contra un lápiz afilado.
Hoy es uno de los grandes. Sus personajes han sido imitados, odiados, admirados, desdeñados, empujados al vacío y reescritos. Su obra es estudiada por niños, universitarios y ancianos. No hay nadie, y cuando digo nadie, es lo que quiero decir, NADIE, que no haya escuchado, al menos una vez en su vida, su nombre.
Y él murió amargo, pensando que no lo había conseguido.
Esas palabras retumbaron en su cabeza durante mucho tiempo. Si quería dedicarse a escribir, tenía que hacerlo bien. Odiaría pensar que alguien ha sentido que por su culpa, ha estado perdiendo el tiempo. Quería ser uno de los elegidos.
Puso todo su empeño. Devoraba la realidad a cada paso, para exprimirla y convertirla en aquello que necesitaba. Su cabeza se llenó de historias inconclusas que guardaba en un rincón por si podían servirle para algo en algún momento.
Gritaba de ira cuando sus personajes se rebelaban en su contra, lo miraban con indiferencia y decidían convertirse en seres convencionales. Pese a sentir tentaciones, nunca pudo matar a ninguno de estos rebeldes sedentarios, que se acomodaban a esperar, como hacía el resto del mundo.
No dormía, casi no comía, apuntaba cada amanecer, cada atarder, cada lluvia y cada noche de tormenta. Llegó a llorar de rabia sobre el papel, y llenarlo de gotas rojas, al sangrar sus dedos contra un lápiz afilado.
Hoy es uno de los grandes. Sus personajes han sido imitados, odiados, admirados, desdeñados, empujados al vacío y reescritos. Su obra es estudiada por niños, universitarios y ancianos. No hay nadie, y cuando digo nadie, es lo que quiero decir, NADIE, que no haya escuchado, al menos una vez en su vida, su nombre.
Y él murió amargo, pensando que no lo había conseguido.
9 comentarios
MANUELA -
dieneris -
creo yo que tenían razón.
nadie -
reve -
Suerte en el examen guapa
la sombrilla insolada -
Nadie: Estoy contigo en que intentarlo es divertido. Pero ¿no crees que a veces puede llegar a frustarar?
Deyector -
nadie -
Lo importante (y divertido) es intentarlo.
Mayka -
Azoe -
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