Secretos y vísceras.
-...Es fácil de entender.- Dijo pausando las palabras. El chico lo miraba sabiendo que iba a comenzar a decir algo que debía escuchar con atención. Toda la sala se difuminó poco a poco hasta que comenzó a borrarse. Se diluía como si en un mural recien pintado que aún no ha endurecido sus trazos para hacerlos perpétuos, se lanzara un cubo de agua caliente. Las paredes, las lámparas, las mesas y las cortinas, se convirtieron en lágrimas que primero perdían el color, y después hacían invisible su propia transparencia.
-Es muy fácil- repitió- El corazón guardían de sentimientos, no puede ser más que un invento femenino. El alma es, por definición, algo masculino. Recuerda que durante mucho tiempo, las mujeres no tuvieron alma. Se les negó la posesión de un algo al que poder culpar o agradecer esas cosas que nos revuelven el estómago o congelan nuestra garganta. Y eso es una necesidad, aunque algunas veces nos empeñemos en negarlo. Así que buscaron en su cuerpo (¿para qué ir más lejos?) algo en lo que poder descansar esa pesada carga. Por encima de sus vientres, por encima de sus senos, encontraron algo que las remitía al origen de toda vida. Al cerrar los ojos, descubrieron el tam-tam del que ya habían olvidado hasta donde se extendía su recuerdo. Y allí posaron sus vidas.
El chico observaba perplejo la servilleta doblada frente a él. Escuchaba los murmullos de las otras mesas. Alguien reía de una manera escandalosa y desagradable. El agrio chirrido de sus carcajadas colapsaba por completo sus oídos y hacía que se le erizara el vello de los brazos.
- El alma encierra todo eso que normalmente nos da miedo descubrir. Se encuentra en un lugar demasiado profundo, demasiado encerrado, así que a veces los hombres mueren sin haber conocido su propio alma. Quizá sea mejor así, no siempre es agradable lo que nos aguarda allá, al fondo. Enfrentarnos a nuestro alma, no es el final del camino, como piensan muchos. Ahí comienza algo de lo que ya no podremos separarnos nunca.
Los ojos del jóven toparon con los de aquel hombre del que ahora mismo no reconocía el rostro. La perplejidad que mostraba su ceño fruncido divirtió al que acaba de callar para tomar un sorbo del agua que esperaba en la jarra. Tenía una tonalidad un tanto azul, que nadie había percibido. Lentamente, pudo reunir la suficiente fuerza y coraje para preguntar torpemente:
-¿y a usted quién le enseñó eso sobre el alma?
El viejo sonrió, pero tan discretamente que solo se dió cuenta el reflejo de su boca en la copa que se estaba llevando a los labios.
-Muchacho-dijo mirando más allá de las paredes, más allá de las ventanas opacas- todo eso me lo enseñó una mujer, mucho antes de que yo viera la luz.
-Es muy fácil- repitió- El corazón guardían de sentimientos, no puede ser más que un invento femenino. El alma es, por definición, algo masculino. Recuerda que durante mucho tiempo, las mujeres no tuvieron alma. Se les negó la posesión de un algo al que poder culpar o agradecer esas cosas que nos revuelven el estómago o congelan nuestra garganta. Y eso es una necesidad, aunque algunas veces nos empeñemos en negarlo. Así que buscaron en su cuerpo (¿para qué ir más lejos?) algo en lo que poder descansar esa pesada carga. Por encima de sus vientres, por encima de sus senos, encontraron algo que las remitía al origen de toda vida. Al cerrar los ojos, descubrieron el tam-tam del que ya habían olvidado hasta donde se extendía su recuerdo. Y allí posaron sus vidas.
El chico observaba perplejo la servilleta doblada frente a él. Escuchaba los murmullos de las otras mesas. Alguien reía de una manera escandalosa y desagradable. El agrio chirrido de sus carcajadas colapsaba por completo sus oídos y hacía que se le erizara el vello de los brazos.
- El alma encierra todo eso que normalmente nos da miedo descubrir. Se encuentra en un lugar demasiado profundo, demasiado encerrado, así que a veces los hombres mueren sin haber conocido su propio alma. Quizá sea mejor así, no siempre es agradable lo que nos aguarda allá, al fondo. Enfrentarnos a nuestro alma, no es el final del camino, como piensan muchos. Ahí comienza algo de lo que ya no podremos separarnos nunca.
Los ojos del jóven toparon con los de aquel hombre del que ahora mismo no reconocía el rostro. La perplejidad que mostraba su ceño fruncido divirtió al que acaba de callar para tomar un sorbo del agua que esperaba en la jarra. Tenía una tonalidad un tanto azul, que nadie había percibido. Lentamente, pudo reunir la suficiente fuerza y coraje para preguntar torpemente:
-¿y a usted quién le enseñó eso sobre el alma?
El viejo sonrió, pero tan discretamente que solo se dió cuenta el reflejo de su boca en la copa que se estaba llevando a los labios.
-Muchacho-dijo mirando más allá de las paredes, más allá de las ventanas opacas- todo eso me lo enseñó una mujer, mucho antes de que yo viera la luz.
7 comentarios
Mayka -
Te visito, y si hay que abrir la boca para animar... aquí te dejo mi huellita :)
Dieneris -
Abrazos del hombrearena
FreakBeast -
Mi blog sigue en su sitio.
Escribir es, para mi, la mas poderosa de las drogas.
Como veo que lo es para ti.
Dentro de dos o tres divagaciones: puré de calabacín.
Perdona el "susto".
Semper Servus.
FB.
la sombrilla insoalda -
En serio, abrir la boca es animarme mucho. No dejes de hacerlo.
reve -
reve -
FreakBeast -
Y la receta del puré de calabacín.
Suerte amiga.