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Frustarado. Memorias de un paraguas transilvano.

Masticar.


 

            Aunque después del primer toque de despertador, giraba sobre sí misma y volvía a dormir profundamente, no existía ningún riesgo de levantarse tarde. Esos diez minutos de remoloneo también estaban calculados.

 

            Como hacen aquellos que se resisten a abandonar la semiinconsciencia de las madrugadas, estiraba su cuerpo bajo el edredón y dejaba caer un pie fuera de la cama. Sus pequeños dedos se encogían dentro de los patucos de lana. Después se cubría los  hombros con una bata. La ropa que iba a ponerse reposaba doblada encima de la mesa, en pulcro orden. Los pantalones vaqueros primero y sobre éstos un jersey. Encima del jersey descansaba una camiseta de manga corta, unos calcetines, unas bragas y un sujetador. Con todo esto bajo el brazo, se encaminaba a la ducha sin encender ninguna luz para no molestar a nadie.

 

            El agua estaba siempre en su temperatura justa y nunca duraba más de 15 minutos. Por orden se enjabonaba el pelo, luego lo aclaraba y repetía dos veces. Entonces se aplicaba la mascarilla (esta vez la había elegido, por cambiar, con olor a frutas silvestres) y frotaba el cuerpo durante cuatro minutos exactos, lo justo para que la crema hiciera efecto hasta en la última raíz y punta de su cabello.

 

            El ritual del desayuno se llevaba a cabo con la banda sonora que le proporcionaba el walkman. Le gustaba escuchar música por las mañanas y esa era la única forma de hacerlo sin despertar a su familia durmiente. Mirando con asco la taza, acababa colando los restos de cereales que le quedaban y bebiendo el cacao oscuro con auténtico deleite. Después de lavarse los dientes y ponerse dos tipos distintos de crema en la cara, volvía al dormitorio a por la carpeta y el bolso.

 

            Ese día no pudo fumarse un cigarro en la cocina porque los cinco minutos que premeditadamente solían sobrarle para ello, los había gastado en desempaquetar el nuevo frasco de mascarilla. Así que lo fumaría en la calle.

 

            Y como siempre, la persona con la que tenía que ir a la estación todavía no había llegado. Y como siempre, se repetía una y mil veces que mañana dormiría más, que de nada le servía tenerlo todo calculado para que luego los demás llegaran tarde, y que se estaba helando de frío cuando podría estar en su casa tranquilamente fumando sentada en la banqueta de la cocina y escuchando el walkman.

 

            Cuando su amiga llegaba, ella agachaba la cabeza hasta llegar a la estación, mientras el objetivo de sus iras matutinas parloteaba y parloteaba. ¿Cómo era posible que se tuvieran tantas cosas que decir a las seis y media de la mañana?

 

            Las horas de clase se hacían tediosas. Bueno, solo cuando se quedaba sin el control del ordenador. Cuando su compañera decidía ponerse a leer el manual y hacer por una vez caso al profesor, ella podía adueñarse del equipo y reunirse con los amigos que había conocido en un chat. No le preocupaba en absoluto no enterarse de nada. Tenía la certeza que aquellos habían sido los tres meses peor empleados de su vida.

 

            A la hora del café sucedió lo de siempre. Aquel imbécil al que tenía que soportar sin tener todavía muy claras las razones de por qué lo hacía, volvería a repetir la misma frase insultante de siempre, volvería a burlarse de ella porque pide un vaso de agua para acompañar y volvería a insultar al hombre de la barra cuando les trajera las bebidas en una bandeja a la mesa. “Todo acaba hoy por fin” se decía mentalmente mientras intentaba no escuchar las carcajadas insultantes del personaje que tenía delante y la cuarta en discordia que siempre le seguía las bromas. Se levantó y fue al baño. Su amiga le guiñó un ojo mientras pasaba y observó que el camarero buscaba algo bastante nervioso.

 

4 comentarios

Un señor de incógnito -

Vivi, ¿tú crees que el misterio está en descifrar los nombres de los protagonistas?
¿No crees que es mejor no dar nombres y descifrar el verdadero contenido de los textos?

VIVI -

MMM.... por casualiad es lore?

Ateo saboreado -

Espero que el próximo vea las cosas de otra manera.

Deyector -

Perderás de vista a ése, pero vendrán otros iguales o peores, y muchos mejores, claro