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Frustarado. Memorias de un paraguas transilvano.

Meme-insolado.

Meme-insolado.

Deyector ha tenido la amabilidad de invitarme a hacer esta cadena. Sería el primer "meme" de Frustarado. Una cadena para exponer tus manías ante los ojos de los demás y que así el resto del mundo se sienta un poco menos raro.

Disfrazada de sí misma, pero mucho más vieja, emprendió un viaje para adivinar quién había sido en la vida. Contactó con gente aquí y allá, gente que ella pensaba que podían haberla llegado a conocer bien o mal. Éstas fueron las respuestas que obtuvo después de escuchar:

- Sí, era la chica que se retorcía el pelo. Elegía un mechón cualquiera, de los que se le escapaban de la coleta, resbalando por su nuca, o los más rebeldes que no querían formar parte ni de la melena ni del flequillo. Y luego, con una asombrosa rapidez, lo hacía girar y girar en su dedo, para luego parar en seco y acariciar la punta. Y tan concentrada la veías, que te sorprendías a tí mismo convirtiendo un mechón de tu propio cabello en un rizo que se ondulaba entre tus dedos. Era un bucle cerrado.

- A la hora de dormir, buscaba ansiosamente entre la ropa de cama hasta atrapar un borde de su manta rosa. Desgastado como estaba,ella seguía frotando su dedo pulgar contra esa suavidad conseguida a base de tiempo y caricias. En verano, acomodaba la manta a sus pies, y era su empeine el que  la recorría, hasta que se quedaba dormida. A veces, incluso, la he visto agarrar la manta entre sueño y sueño, y sonreir.

- ¿Guardar cosas? Sencillamente las acumulaba. Tenía las paredes a rebosar de chinchetas y de cada una, pendían como en un racimo apretado, fotos, papeles, envoltorios, tickets, billetes de autobús y metro... De cada objeto era capaz de extraer un recuerdo, aunque ese objeto fuera un paquete de tabaco vacío con una firma estampada en el dorso.

- Si tenía ganas de estornudar, comenzaba a olisquear el aire como un cachorrillo en busca de una golosina que le ofrece su dueño. De repente, paraba en una posición concreta, su naríz apuntando al sol. Y después de estar durante unos segundos con los ojos guiñados a consecuencia de la luz que estaban recibiendo sin miramientos, estornudaba. Tres veces seguidas. A veces cuatro.

- Cuando entraba en un vagón de metro o de tren, solía inspeccionar a la gente que había a su alrededor. Pero no se fijaba en la ropa, ni los zapatos, ni en los bolsos. Nisiquiera prestaba atención a las caras. Sus ojos se clavaban en las lecturas de la gente, y sus oídos sintonizaban la música de aquellos que se sentaban cerca. Si topaba con algo que le gustara, o con alguien leyendo entusiasmada un libro que ella había leído, sonreía. Si escuchaba una música agradable, intentaba agudizar el oído todo lo que pudiera. Pero si alguien la obligaba a escuchar algo que no le gustaba nada, intentaba fulminarlo con la mirada. Bueno, solo sus zapatos. Al resto no se atrevía.

He decidido no pasar esta cadena. Me gusta descubrir las manías de la gente por mí misma, porque significa que la persona te ha dejado que las vieras.

2 comentarios

reve -

conocí a una chica que se enganchó a estornudar. Encntró un punto dentro de su nariz, que si lo tocaba con algo afilado, o con un turulo de papel le hacía estornudar al instanté, y la tia no era capaz de dejar de hacerlo, todo el día..

El hombre rizado -

Los rebeldes mechones, casi tanto como las palabras de este texto...