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Frustarado. Memorias de un paraguas transilvano.

Y de pronto....

Y de pronto.... Los sentimientos olvidados, crean la misma sensación que una visita pesada. Un día llaman a tu puerta, y tú te asomas por la mirilla. Dan ganas, lo reconozco, de quedarse muy callada y esperar hasta que se marche, pero en cambio le abres la puerta y le dices "vaya,¡cuánto tiempo sin verte!, pasa, pasa". Y entonces el sentimiento olvidado, se instala cómodamente en tu vida de nuevo.
Ahí es cuando empieza de nuevo nuestra agonía "¿vendrá para unos días o piensa quedarse un tiempo?", o lo que es peor, "¿piensa instalarse aquí para siempre?". Así pasan los días, y te lo cruzas por los pasillos. Sonríes y saludas amablemente, aunque te dan ganas de empujarle balcón abajo cuando se asoma a fisgonear. Consume todos tus recursos, no te deja pensar en otra cosa, y tienes un estado de nervios tal, que ladras cada vez que alguien te hace preguntas de la vida cotidiana, como "¿quieres el café con hielo o con leche?" o "¿Te acuerdas en qué siglo se llevó a cabo la guerra de los teatros en Inglaterra?". Afortunadamente, después de un tiempo se marcha. Te despides de él aliviada, agitando la mano. Y es entonces cuando te encuentras a tí misma, echándolo de menos....

1 comentario

Freakbeast -

La cosa, al menos ante mis muy a menudo descorteses ojos,está clara:
No abras la puerta. No respondas al teléfono. No mires por la ventana. (Joder,parece el anuncio de Scream).
El pasado ha muerto. Y si quieres mantenerlo enterrado y calladito, te aconsejo que hagas lo mismo que yo: llevar siempre encima una beretta emocional y una pala para enterrar allí mismo al posible zombie redivivo.