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Frustarado. Memorias de un paraguas transilvano.

En unos ojos.

En unos ojos. Cuando era jovencita y comenzó a tener recuerdos, los comentaba con todas su amigas, a las que estaba casi literalmente unida. Todas muy juntas, apretujadas, lisitas y tersas.

Llegó el día en el que le explicaron cuál era su cometido y se enfrentó a ello con valor y resistencia. Sería la mejor. Así que cuando se hinchó y triplicó su tamaño, casi ni le importó. Al desinflarse, notó que estaba llena de arrugas, como el resto de sus compañeras, entre las que encontró alguna vieja amiga, de esas con las que había compartido el privilegio de ser siamesa.

Su nuevo alojamiento era mucho más incómodo que el anterior, pero podía compartir recuerdos y experiencias. Conoció las direfencias, las clases, se sintió despreciada a veces, otras veces superior.

Allí descubrió que su final sería el de amontonarse, medio hinchada y fétida, con el resto de sus congéneres, esperar a una putefracción lenta e imparable. Con un poco de suerte, la quemarían, y se consumiría poco a poco hasta quedarse en una porción de la nada retorcida y endurecida. Así que cada vez que veía la luz, se plegaba sobre sí misma, intentaba esconderse, hubiera temblado de haber podido.

Pero un día ocurrió algo que nunca llegó a entender. Y comenzó a flotar, y subió y subió y subió...y giró mil veces y otras mil veces más. Y se reía, y subía más alto, y sus arrugas ahora, no tenían importancia. Y así, casi transparente, volando enloquecida, notó que los ojos de un niño la estaban mirando.

3 comentarios

Dieneris -

En unos ojos...
¿y en unos labios?

O.C.P. -

O la usará como lienzo, o simplemente se abrigará con ella.

http://human-highway.com/images/NY_Prairie-Wind_cover.jpg

Deyector -

Fijo que ese niño, si la coje, lo primero que hará será correr con ella a la espalda a modo de paracaídas.
Tarea mucho más noble que cualquier porte que pudieran encomendarle