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Frustarado. Memorias de un paraguas transilvano.

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... A veces las palabras se atragantan en la boca. Intentan salir, abrirse paso desde donde han sido pronunciadas hasta ese momento glorioso en el que el aire en el exterior produce un sonido que se derrama, esperando ser interpretado. Si eso no ocurre, las palabras tienen un corto periodo de vida, y perecen asfixiadas luchando por ser oídas. Las razones por las que esto sucede son muchas. La mayoría de las veces conscientemente no las dejamos estallar en el exterior, así que implosionan y son olvidadas.

Con los deseos ocurre lo mismo. Cuando no se permite que un deseo se inflame y explote, acaba por morirse. Y un deseo muerto dentro de nosotros pesa mucho más que una palabra que se ha desintegrado.

4 comentarios

nadie -

En gereral me da la impresión que si un deseo se ha muerto... no era un verdadero deseo.
Pero es verdad que los deseos muertos huelen peor que las palabras olvidadas.

la mosca tsetse -

pzzzzzzzzzz, escribe algo, pzzzzzzzz, este post ya huele........pzzzzzzzz necesito algo fresquito.....pzzzzzzzzzz

Nepomuk -

Ah, bueno, no hay problema. Luego todas esas palabras y esos deseos implosionados terminan por aparecer en los ojos dándote ese airecillo de cretino que tienen los "nodebería".

vivi -

LLeno mis pulmones, aguanto durante unos instantes la respiración, y en tu oido te digo:
-PAAAAAAAAAAU!!!